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Abordamos las implicaciones prácticas y éticas de aplicar la IA en el ámbito de la salud en la última Sesión Técnica

El Consorci de Salut i Social de Catalunya (CSC) acogió, ayer, la Sesión Técnica 'Implicaciones prácticas y éticas de la aplicación de la inteligencia artificial en salud', donde se abordaron los potenciales beneficios y peligros de usar esta herramienta en el ámbito sanitario.

Antoni Gilabert, director del Área de Innovación y Partenariado del CSC, moderó la sesión, que contó con las ponencias de Enrique Bernal-Delgado, investigador principal del grupo de Ciencia de Datos para la Investigación en Servicios y Políticas Sanitarias de la Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud; Alberto Martín, investigador postdoctoral del Laboratorio de Fisiología Digestiva del Consorci Sanitari del Maresme, y Begoña Roman, profesora de la Facultad de Filosofía de la Universitat de Barcelona y presidenta del Comitè d'Ètica de Serveis Socials de Catalunya.

Para empezar la jornada, Gilabert puso sobre la mesa diferentes cuestiones sobre el uso de la inteligencia artificial en el ámbito sanitario, con las siguientes preguntas: si los asistentes creían que la IA es beneficiosa para la humanidad y para la salud pública, qué uso hacen y qué peligros y ventajas ven en esta herramienta.

La primera ponencia fue la de Bernal-Delgado, quien hizo algunas reflexiones sobre la incorporación de la IA en los sistemas de salud. "La IA está muy lejos de cambiarnos el paradigma de conocimiento", señaló.

También comentó que "hablamos de inteligencia artificial, pero tendríamos que estar hablando de 'machine learning'. Dedicamos mucho tiempo a las inteligencias generativas, como ChatGPT, pero nuestra vida está mucho más llena de 'machine learning'. Al final, le decimos como le decimos, la IA nos servirá para dos objetivos, fundamentalmente: clasificar y predecir".

A continuación, Martín presentó el caso de uso AIMS-OD, para diagnosticar la disfagia con un "software de apoyo a la decisión clínica que permite la criba automática, rápido y preciso para seleccionar estrategias diagnósticas y terapéuticas para cada paciente".

"Con esta herramienta, se pueden detectar más pacientes con menos recursos. Idealmente, supondrá una reducción de las principales complicaciones y una mejora de la calidad de vida de los pacientes", aseguró, y añadió que, aun así, "la IA no sustituirá la inteligencia humana, sino que hablamos de herramientas de apoyo para mejorar los resultados y poder ayudar los profesionales a tener tiempos para hacer otras acciones que añadan valor a la atención".

Finalmente, Roman trató las implicaciones éticas del uso de la inteligencia artificial en el ámbito sanitario. "Es posible hacer un muy buen uso de esta herramienta si acotem las prácticas, las finalidades, el contexto y lo hacemos siempre bajo el control humano. Hay dos cosas magníficas de la inteligencia artificial: que no se cansa, porque no es orgánica, y que puede dominar un gran volumen de datos al cual la inteligencia humana no puede llegar. Por lo tanto, hay que insertar la IA, pero esto significa tener muy claro cuál es su finalidad, si es realmente necesario usarla en cada caso y la proporcionalidad",  dijo.

Respecto a los diferentes usos de esta herramienta, Roman comentó que "un entorno en el cual puede ayudar muchísimo son las políticas públicas porque, como tiene capacidad de gestionar grandes volúmenes de datos, puede hacer grandes predicciones y ser una buena herramienta para los políticos".